* Cuando Ricardo Vivanco, nos permitió junto a Julio López Vietri, prologar su muestra de 2018, en el Colegio de Abogados de San Isidro, surgieron espontáneamente dos conceptos insoslayables del perfil del artista.
Apelé a la libertad incontenible de su obra, en tanto Julio definió ese modus de conducta plástica, como su hábitat, por eso aquella intensa muestra -como todas las de RV- llevó como título: HABITAT VIVANCO.
Ahora, el Colegio de Abogados, quiere tributar su memoria y recuerdo, ofreciendo la sala, donde siempre brilló la contundente puesta que Vivanco hizo de su pintura, cada vez que le tocó pasar por esta casa. Porque las muestras de Ricardo, no eran meras exposiciones de pinturas coloquiales, sino verdaderas puestas en escena de contundencia matérica, que interpelaban el instinto del ser humano, como aquella recordada instalación de “lavando cabezas”:, o sus inefables ironías sintetizadas en personajes contemporáneos en modo “güasap”, expresionismo y sicología presentes que develaban su condición de psiquiatra y artista en la misma cápsula.
Ahora que Ricardo no está, ¿no está?, las obras se hacen más presentes y su contundencia nos recuerda aquél pensamiento de Dalí que rezaba: “… Yo voy a morir, pero no del todo” … “.
Por eso, la viva obra de Vivanco nos pide reencontrarse en esta casona histórica, donde se sentía pleno por ser el ámbito donde varias décadas atrás realizó una de sus primeras muestras individuales, y donde su libertad se expandía para ser brindada a la mirada del público y al alcance de las emociones, esas que vinculaban al ser humano que la observara, con el ser humano que vivía en cada obra de Vivanco.
Con el tiempo fui valorando los inolvidables abrazos físicos con que nos saludaba, como si fueran parte de su pintura.
Ricardo Vivanco abrazaba su obra, con toda su humanidad.
Hoy, el Colegio de Abogados de San Isidro, quiere abrazar su obra y tributarla nuevamente para recordar tanta libertad.
*Texto: Aníbal Tuso