24
Mar
2018

Fallecimiento del Dr. Aníbal N. Piaggio, 24-3-18

El Colegio de Abogados de San Isidro, con profundo pesar participa el fallecimiento del Dr. Aníbal Norberto Piaggio acaecido en el día de la fecha y hace llegar sus sentidas condolencias a sus familiares, amigos y colegas. "Azares y certezas" es el título del emotivo homenaje con que lo despide el Dr. Fulvio Santarelli. Foto de archivo.

Dr. Aníbal N.Piaggio e hijo. Día del Abogado 30 08 2013

Foto de archivo. Dres. Anibal N.Piaggio e hijo. Jardines del Colegio de Abogados de San Isidro. Día del Abogado, 30 de agosto de 2013

* Azares y certezas

La vida nos depara un devenir impredecible. En la mañana de este 24 de marzo recibimos la dolorosa noticia de la desaparición física de Aníbal Norberto Piaggio, azar, funesto azar, que dispara la certeza del dolor y la pena.

Quiso la vida –por azar- que lo conociera: deambulaba por el Colegio de Abogados de San Isidro, tramitando mi matriculación, allá por los tempranos noventa, cuando vi en una cartelera, que los martes a las 21:00 se reunía “El Instituto de Civil”.

A la hora indicada, llegué a una sala de reuniones de la sede de Martín y Omar y allí a la cabecera de una mesa rectangular estaba Isidoro  (Goldemberg) -no conocía sus caras- pero a medida que iba escuchando sus nombres comprobaba con asombro que a muchos los había leído.

Estaba en estado de fascinación, porque a aquellos que no había leído sabían tanto como los otros. Me senté en una segunda fila. Pero un señor de canas -el más joven-  me dije “vení, vení, nos corremos todos, como vas a estar ahí; … estamos discutiendo sobre el contrato de fianza”. Era Aníbal, que me daba la mejor bienvenida; su gesto y su apertura a hacerme lugar trasuntaban el entusiasmo de encontrar a otro con quien discutir su pasión. Claro que sí,  certeza de humildad; aquella que trata al recién llegado como a un par.

Era un sabio, en un grupo de sabios.

Sabiduría de vida. Es que él llegó al Instituto, por la certera sabiduría de Isidoro Goldemberg, con quien no pensaban en todo igual, pero tenía la certeza de que debía traer y sumar aquella luz a su gran equipo sanisidrense; realidad variopinta de la que por azar muchos otros obtuvimos una fortuna invalorable.

Y el azar quiso que Aníbal se nos vaya un 24 de marzo, en que se instauró un régimen al cual las ideas, las diferencias y los matices le molestaban severamente; pero Isidoro y su equipo encontraron en el Colegio de San Isidro, seguramente, no por azar, cobijo a la discusión, a un espacio de libertad para el debate y el ejercicio intelectual.

Aníbal, formado bajo las enseñanzas de Jorge Joaquin LLambías, fue su cabal alumno, supo emular su capacidad de análisis profundo, su argumentación lógica, él permanentemente marcaba la necesidad de ser consecuentes con las premisas. Era un erudito: su conmovedora humildad lo llevaba a estudiar e informarse para solventar sus posturas de modo tal que –más allá de sus intenciones- se volvía un gigante de la argumentación. Sabía que la certeza no era puro azar.

Su agudo poder de observación, su contrato inalterable con sus convicciones, le valió sinsabores; no todos se animaban al diálogo franco de sus ideas. Sin embargo su amabilidad, su cortesía, su sonrisa pura y afable, lo volvía querible para todos; aun cuando a un ilustre visitante extranjero le hizo notar que la jurisprudencia del país del que venía, había cambiado.

Gran Profesor, excelente expositor, hacía del derecho de las obligaciones, un cuento apacible expurgándolo de toda aridez; tomaba nota en su laptop de todos los exámenes orales de sus alumnos, de modo de explicarles al final, el fundamento de la calificación. Sólo quien quiere al prójimo toma tales recaudos de respeto; así vivía Aníbal, así lo viví. Tengo certeza de ello.

Un tipo preocupado por su tiempo, con la misma profundidad que miraba la realidad jurídica, miraba a la política, a la religión, se preocupaba por entender el mundo, estaba convencido de que las cosas no ocurrían por azar, sino por algunas razones que para él eran certezas.

Un tipo culto, amante del tango, del baile, del piano, y querido Aníbal, si vos tenías razón, estarás hoy tocando a dúo con otro gran amigo y maestro don Nicolás Barbato, no por azar, como vos, Director de otro Instituto de Colegio de San Isidro.

Aníbal querido, en tu fundamental  “Azares y certezas” comprobaste que ambos no son extremos, que ciertas certezas son azares; que la previsibilidad no es total, que el devenir no es aritmético; pero cierro con dos certezas, que te vamos a extrañar y que nos diste tanto, que tu paso por este mundo nos deja aprendizajes que nos hicieron mejores personas.

Fuerte abrazo Profesor!
* Dr. Fulvio G. Santarelli

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